5 de mayo de 2014.
Licenciado Enrique Peña Nieto
Presidente de los Estados Unidos Mexicanos
Agradezco su pronta respuesta a las diez preguntas que formulé sobre las reformas energéticas y petroleras. Al publicarlas no tuve otro propósito que el de dar voz a inquietudes que comparto con muchos mexicanos. Quiero entender que sus respuestas no están dirigidas sólo a mí sino a todos los ciudadanos, como un gesto para establecer una mejor comunicación con un público inquieto y ávido de profundizar en este tema.
Por eso creo que sus respuestas no pueden ni deben agotar la discusión. Por el contrario, abren la oportunidad de que se realice el debate plural y abierto sobre las reformas, el debate que merecemos todos los ciudadanos. La calidad de una democracia va más allá del proceso electoral. Y va más allá de las discusiones y votaciones en el Congreso. La calidad de una democracia depende en mucho de sus debates públicos.
Al igual que varias personas con las que he discutido este tema, lamenté la pobreza democrática durante el proceso de aprobación de las reformas constitucionales en el que las negociaciones cupulares sustituyeron las discusiones profundas y la sociedad careció, dentro y fuera de los partidos, de un debate participativo y plural, con opiniones divergentes y contrarias. Y en el que los medios de comunicación masiva, principalmente la televisión, jugaron un papel pobre negándose a promover y alentar un debate público, evitando las voces críticas y limitándose a reproducir la narrativa oficial.
Sería lamentable que en la fase siguiente, la de las legislaciones secundarias, se perdiera, una vez más, la oportunidad de discutir públicamente el sentido y alcance de estas reformas.
Por este motivo, con el afán de que recuperemos el impulso democrático que nuestro país merece, respetuosamente me permito plantearle una última pregunta, de mi parte, sobre este tema:
¿Por qué no debatir?
¿Por qué no celebrar al menos tres debates en televisión abierta, en horario prime y cobertura amplia, sobre la reforma energética y petrolera en los que se incluyan puntos de vista en favor y en contra, y en los que participen expertos en los diversos temas relevantes (económicos, jurídicos, técnicos, medio ambientales, sociales), representantes de los partidos, así como voces independientes de reconocida solvencia intelectual y moral interesadas en el tema?
Debates comprensibles, eficaces, ágiles, con reglas de debate modernas, en los que esté prohibido leer a los participantes, y en los que, por supuesto, la participación de los miembros de su equipo sería imprescindible y la suya muy saludable.
Estoy seguro de que con la colaboración activa de usted y los partidos representados en el Congreso, los medios masivos de comunicación –que tanto han ignorado las voces contrarias y críticas a la reforma– se avendrán a transmitir estos debates.
Cierro ésta, mi última misiva dirigida a usted sobre este tema, esperando presenciar, como un ciudadano más, la discusión de altura que nuestro país necesita. ¿Es mucho pedir? ¿Tres debates comprensibles para la ciudadanía que permitan contrastar los diversos puntos de vista sobre una reforma tan trascendente para la nación, para el México de todos los mexicanos?
Respetuosamente,
Alfonso Cuarón
Licenciado Enrique Peña Nieto
Presidente de los Estados Unidos Mexicanos
Agradezco su pronta respuesta a las diez preguntas que formulé sobre las reformas energéticas y petroleras. Al publicarlas no tuve otro propósito que el de dar voz a inquietudes que comparto con muchos mexicanos. Quiero entender que sus respuestas no están dirigidas sólo a mí sino a todos los ciudadanos, como un gesto para establecer una mejor comunicación con un público inquieto y ávido de profundizar en este tema.
Por eso creo que sus respuestas no pueden ni deben agotar la discusión. Por el contrario, abren la oportunidad de que se realice el debate plural y abierto sobre las reformas, el debate que merecemos todos los ciudadanos. La calidad de una democracia va más allá del proceso electoral. Y va más allá de las discusiones y votaciones en el Congreso. La calidad de una democracia depende en mucho de sus debates públicos.
Al igual que varias personas con las que he discutido este tema, lamenté la pobreza democrática durante el proceso de aprobación de las reformas constitucionales en el que las negociaciones cupulares sustituyeron las discusiones profundas y la sociedad careció, dentro y fuera de los partidos, de un debate participativo y plural, con opiniones divergentes y contrarias. Y en el que los medios de comunicación masiva, principalmente la televisión, jugaron un papel pobre negándose a promover y alentar un debate público, evitando las voces críticas y limitándose a reproducir la narrativa oficial.
Sería lamentable que en la fase siguiente, la de las legislaciones secundarias, se perdiera, una vez más, la oportunidad de discutir públicamente el sentido y alcance de estas reformas.
Por este motivo, con el afán de que recuperemos el impulso democrático que nuestro país merece, respetuosamente me permito plantearle una última pregunta, de mi parte, sobre este tema:
¿Por qué no debatir?
¿Por qué no celebrar al menos tres debates en televisión abierta, en horario prime y cobertura amplia, sobre la reforma energética y petrolera en los que se incluyan puntos de vista en favor y en contra, y en los que participen expertos en los diversos temas relevantes (económicos, jurídicos, técnicos, medio ambientales, sociales), representantes de los partidos, así como voces independientes de reconocida solvencia intelectual y moral interesadas en el tema?
Debates comprensibles, eficaces, ágiles, con reglas de debate modernas, en los que esté prohibido leer a los participantes, y en los que, por supuesto, la participación de los miembros de su equipo sería imprescindible y la suya muy saludable.
Estoy seguro de que con la colaboración activa de usted y los partidos representados en el Congreso, los medios masivos de comunicación –que tanto han ignorado las voces contrarias y críticas a la reforma– se avendrán a transmitir estos debates.
Cierro ésta, mi última misiva dirigida a usted sobre este tema, esperando presenciar, como un ciudadano más, la discusión de altura que nuestro país necesita. ¿Es mucho pedir? ¿Tres debates comprensibles para la ciudadanía que permitan contrastar los diversos puntos de vista sobre una reforma tan trascendente para la nación, para el México de todos los mexicanos?
Respetuosamente,
Alfonso Cuarón
No hay comentarios:
Publicar un comentario