Señor cura don Miguel Hidalgo y Costilla.
Estimado señor cura: Llegué de Querétaro, aniversario de la conquista de México, se dispuso que hubiera fiestas públicas que duraran tres días, y nosotros, sin ocuparnos de ellas, nos fuimos a casa de los González, donde se trataron muchos asuntos importantes.
Se resolvió obrar encubriendo cuidadosamente nuestras miras, pues si el movimiento era francamente revolucionario, no sería secundado por la masa general del pueblo, y el alférez real don Pedro Septién robusteció sus opiniones diciendo que si se hacía inevitable la revolución, como los indígenas eran indiferentes al verbo libertad, era necesario hacerle creer que el levantamiento se lleva a cabo únicamente para favorecer al rey Fernando.
En la junta que viene voy a proponer que el levantamiento lo hagamos en San Juan (de los Lagos), en los días de feria, donde sin estar desprevenidos en lo absoluto nos haremos de buenos elementos; pero quiero antes, tan luego que pueda, ir a ver a usted, para obrar siempre de acuerdo en esta causa.
Deseo su buena salud y a Dios pido se conserve, y me repito su apasionado, afectísimo y seguro servidor, que atento besa a usted su mano.
31 de agosto de 1810.
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