La virgen de Guadalupe ha sido la imagen religiosa más importante a lo largo de la historia de México. Desde 1531, cuando -según la Iglesia católica- se le apareció en cuatro ocasiones al indio Juan Diego, hasta que se convirtió en bandera de los insurgentes que luchaban por la independencia del país, la virgen morena sigue siendo adorada con gran devoción por millones de mexicanos.
La importancia de la virgen en el movimiento insurgente fue mucho más que un asunto de fe; constituyó un símbolo de identidad y distinción para los novohispanos. Hacia fines del siglo XVII y principios del XVIII, la devoción de la guadalupana se convirtió en un culto patriótico. Se le proclamó patrona en 1737, estableciendo el 12 de diciembre como fiesta nacional y el Papa Benedicto XIV la nombró patrona de la nueva España en 1754. La devoción a la virgen de Guadalupe en México opacó incluso a la de Jesuscristo.
Las visitas y peregrinaciones al Tepeyac, las representaciones teatrales entorno a las apariciones de la virgen a Juan Diego (relatada en náhuatl en el Nican Mopohua, actualmente el documento se encuentra la Biblioteca Pública de Nueva York), la devoción de los jesuitas y del alto y bajo clero criollo, exaltaron el culto guadalupano y extendieron por todo el país. Así, el nombre “Guadalupe” se encontró por todos lados: iglesias, ermitas, escuelas, santuarios y en miles de nombres de personas
En el cerro del Tepeyac se adoraba a la madre Tonantzin, diosa de la tierra, de la fertilidad y madre de todos los dioses. En este lugar se construyó la primera ermita a la virgen de Guadalupe, fusionando así a las dos madres -a azteca y la española-. Tiempo después fue derribado para construir un templo más grande, pues el anterior ya no daba abasto para todas las peregrinaciones que llegaban. También se levantaron otras edificaciones que aún siguen en pie como el convento de las Capuchinas, la capilla del Pocito, la Capilla de Indios y la Iglesia del Cerrito.
En 1709 comenzó la construcción de la primera basílica, y estuvo en función hasta muy entrado el siglo XX, cuando comenzó a presentar problemas, pues los cimientos comenzaron a hundirse. Fue necesaria una nueva basílica y estuvo a cargo del arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vázquez (que también estuvo al mando del Museo Nacional de Antropología e Historia).
La nueva Basílica de Guadalupe se inauguró el 12 de diciembre de 1976. Ya que su principal función es acoger a miles de peregrinos, tiene una base circular con un diámetro de 100 metros para poder atender hasta diez mil personas y que cada una de ellas pueda admirar la imagen de la virgen en el ayate de Juan Diego; su forma circular también representa la idea de universalidad de Dios. La cubierta asemeja una carpa por dos razones: recuerda las tiendas que usaban los judíos en su peregrinar por el desierto y representa el manto de la virgen, que protege a todo aquel que la visita. En el sótano de la capilla están las criptas, con quince mil nichos y diez capillas para orar por los difuntos.
Esta construcción religiosa es la más importante de México en la que se rinde culto a la virgen de Guadalupe, cada año acoge un promedio de veinte millones de feligreses y el 12 de diciembre, los peregrinos llegan a sumar hasta seis millones.
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