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viernes, 6 de septiembre de 2013

EL DESPERTADOR AMERICANO







En la historia del periodismo mexicano ocupa un destacadísimo lugar el periódico El despertador americano, editado en 1810 y 1811 por Francisco Severo Maldonado y José Angel de la Sierra.

La historia de la aparición de este vocero insurgente de las fuerzas comandadas por Miguel Hidalgo y Costilla no es en sí nada enredada. Sucedió que cuando Francisco Severo Maldonado se enteró de la ocupación de la ciudad de Guadalajara por las fuerzas insurgentes, ni tardo ni perezoso a ella se encamino para obtener una entrevista con Miguel Hidalgo y plantearle la fundamental importancia que para la causa de la lucha libertadora tenía la publicación de un periódico en cuanto herramienta difusora del ideario del movimiento.

Francisco Severo Maldonado logró convencer a Miguel Hidalgo y Costilla de lo acertado de sus planteamientos, accediendo éste a sus ruegos, y concediéndole la autorización para que llevase a la práctica su proyecto de periódico. Así, el jueves 20 de diciembre de 1810, aparecería en la ciudad de Guadalajara el primer número de El desperador americano, cuyo título evocaba claramente cuáles eran las intensiones de sus editores.

El periódico ponía énfasis en la encrucijada en que se encontraba el reino español a raíz de la invasión de las fuerzas napoleónicas, poniendo tal hecho como la justificante ideológica del movimiento armado. En efecto, la lucha militar iniciada por las fuerzas insurgentes basábase en que la invasión napoleónica al territorio hispano, prácticamente obligaba a los súbditos del reino español a emprender la lucha de resistencia en contra de las fuerzas invasoras, no estando exenta de tal obligación la población residente en los territorios de ultramar.

De El despertador americano se editaron un total de siete números, interrumpiendo su publicación por la derrota militar de las fuerzas insurgentes acaecida en la tristemente célebre batalla del Puente de Calderón, en donde el poderío militar de las fuerzas de Hidalgo fue materialmente pulverizado por las fuerzas realistas.



Posteriormente se iniciaría un proceso en contra del periódico y de sus redactores el 28 de enero de 1811 que sería finiquitado el 22 de abril del mismo año, trayendo como consecuencia la condena al fuego, es decir que los ejemplares decomisados fuesen quemados públicamente.

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