A pesar del tiempo transcurrido, mi familia y los amigos de mis hijos Diana Laura y Luis Donaldo, evidenciamos hoy que los sentimientos de amor, de afecto, de lealtad, son mucho más grandes que el lacerante silencio de la muerte.
En estos años, la condolencia social por el asesinato de mi hijo, ha representado un gran alivio; hemos recibido muestras de apoyo en todo el país; muchos mexicanos sintieron perder un miembro de su propia familia.
Cómo olvidar a mi hijo, cómo olvidar al hombre que recogió en su corazón y en su palabra, la voz de los necesitados; aquella palabra expresada el seis de Marzo, que tal vez fue su sentencia de muerte.
¿Por qué he de olvidar al hombre que tuvo la sensibilidad de ver el sufrimiento de nuestros hermanos indígenas; de conmoverse con su diario caminar en busca de su supervivencia o la justicia para sus razones?
Cómo olvidar al ciudadano humanista, que jamás confundió el interés de su pueblo con su deseo personal; cómo olvidar al padre de Donaldo y Marianita, cómo olvidar al esposo de mi hija Diana Laura; cómo olvidar a mi amigo, a mi hermano.
¿Por qué tengo que olvidar al hombre que tuvo la osadía de vivir como hombre?
Gracias, muchas gracias por esta hermosa demostración de lealtad a mi hijo.
Con toda humildad los invito a mantener viva su memoria, los invito a luchar por lo que creemos; los invito a forjar el México que queremos.
De nuevo... muchas gracias.
Luis Colosio Fernández
23 de marzo de 2001
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